Caminando en Tamaulipas rumbo a la endemia
La enfermedad que ha llegado para quedarse cumple dos años circulando en la entidad
Hoy hace dos años el Covid-19 llegó y transformó nuestras vidas, con la identificación del paciente cero en Tamaulipas se desencadenaron protocolos de bioseguridad que siguen siendo parte del día a día, y aun cuando se han dado los primeros pasos hacia la anhelada normalidad, la interrogante que nos agobia es ¿qué va a pasar?, ¿qué viene? o ¿cuándo el coronavirus se irá de nuestras vidas?
La respuesta es: nunca. El coronavirus ha llegado para quedarse, pero, ¿y las normas de prevención? A dos años, los empresarios reclaman el fin de esta pandemia, mientras que la población reta al coronavirus sintiéndose poderosa tras recibir la vacuna, que sigue siendo de uso de emergencia.
LA SEMANA QUE NOS CAMBIÓ LA VIDA
La primera semana de enero de 2020 la Secretaría de Salud del estado activó los protocolos epidemiológicos, confirmando el 22 de enero lo que serían los primeros dos casos sospechosos en el país, uno de ellos un asiático, con residencia en Reynosa, mismo que fue descartado.
Los protocolos de identificación se quedaron, detectando así el primer caso positivo el 16 de marzo de 2020, un hombre originario de Malasia, de 55 años y con residencia en Altamira.
En cuestión de horas, los hospitales y centros de salud se abarrotaron, personas con cuadros de tos, fiebre y cansancio querían saber si portaban el virus que surgió en Wuhan, China, en diciembre de 2019, provocando una emergencia internacional declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el 30 de enero de 2020, que se convirtió en pandemia el 11 de marzo de 2020 y que hasta este día sigue vigente. Pero, aquel 16 de marzo todo cambió para los tamaulipecos.
La pandemia ha robado la infancia de los más pequeños, quienes permanecieron confinados; la vida de los más grandes, que fueron los primeros en caer presas de la enfermedad, y la adrenalina de los jóvenes, quienes se tuvieron que atrincherar en casa con clases en línea ante el enemigo que rondaba y que sigue al acecho.
El virus ha llevado de la incredulidad a la cruda realidad a miles de personas que, sin ceremonias luctosas, dijeron adiós a sus amigos, familia y vecinos fallecidos, y ha provocado estragos económicos, sociales, académicos y de salud.